En Twitter l@s compañer@s del diario Público anuncian que el nuevo Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, aprobado el pasado viernes 5 de febrero, incluye por primera vez especies de tiburón . «Entran los tiburones peregrino, zorro, martillo, blanco y manta raya (…). España ya prohibió a la flota nacional la pesca de tiburones zorro y martillo a partir del 1 de enero de 2010. Sin embargo, se quedan fuera del catálogo las dos especies más comerciales: tintoreras y marrajos dientusos, ahora pescados sin límites».
De los tiburones, y su crítica situación, me ócupé hace algunos años (2003) en un extenso reportaje que coincidió con la publicación del informe sobre peces cartilaginosos del Mediterráneo, un riguroso documento que aún se puede consultar en la web de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza).
Ya entonces escribí que a escala planetaria, y en lo que se refiere a la pesca de tiburones, España ocupa un destacado segundo lugar, tan solo superada, en volumen de capturas, por Indonesia, y muy por delante de países como Japón o Estados Unidos.
Una parte significativa de esta actividad se lleva a cabo en aguas del Mediterráneo, en donde habitan 86 especies de tiburones. Los hay de gran tamaño, como el tiburón peregrino, que alcanza una longitud de entre 9 y 10 metros, y que es fácil de ver en las costas de España, Francia y oeste de Italia durante los meses de primavera y verano. También abundan los pequeños tiburones, como el cazón o la pintarroja, cuya presencia en la cocina y la dieta de algunas regiones españolas los convierten en capturas muy apreciadas por la flota artesanal.
La presencia en aguas mediterráneas de residuos químicos de gran impacto biológico, como metales pesados o pesticidas, también ocasiona graves daños a estos animales. Las concentraciones de mercurio alcanzan cifras muy elevadas, como se ha comprobado en el caso del tiburón mielga, algunos de cuyos individuos (capturados en aguas italianas) presentaban concentraciones de este metal pesado de hasta 6,5 mg/kg, cuando el límite legal se sitúa en 0,50 mg/kg.
Ya sea de forma intencionada o accidental, numerosos tiburones caen en las redes y anzuelos de los pescadores y otros muchos se ven afectados por la contaminación o la destrucción de sus hábitáts. La intensa presión pesquera que viene padeciendo este grupo animal puede resultar nefasta, advierten los especialistas, debido a las peculiares características biológicas de estos animales. Como ocurre con otros grandes depredadores, que apenas cuentan con enemigos naturales, sus estrategias de reproducción se basan en un crecimiento muy lento (por lo que su madurez sexual puede retrasarse más allá de una década), escasa fertilidad, procesos de gestación igualmente dilatados y escaso número de crías. Por este motivo, las tasas naturales de crecimiento para determinadas especies apenas alcanzan porcentajes que no rebasan el 2 %.
En estas circunstancias, cuando sus poblaciones se ven diezmadas por la sobrepesca o la contaminación, tardan mucho tiempo en recuperarse. Algunas especies han visto como, en pocos años, sus efectivos mundiales se reducían en un 80 %, colocándose así al borde de la desaparición. De hecho, la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) incluye en su lista roja a 17 especies de tiburones amenazados de extinción, y dos de ellas (tiburón blanco y tiburón peregrino) se han incluido, además, en la nómina de animales amparados por el convenio CITES que regula el comercio internacional de especies amenazadas de extinción.
La desaparición de algunos tiburones, o el declive de sus poblaciones, podría tener efectos negativos en el mantenimiento de otras muchas especies, algunas de ellas de interés pesquero. En contra de lo que pudiera pensarse, la ausencia de tiburones no se traduce en un aumento de las poblaciones de otros peces sino que podría llegar a ocurrir todo lo contrario. Como explican los expertos de la UICN, “los tiburones cumplen un importante rol en el ecosistema oceánico, manteniendo el equilibrio ecológico y situándose en la cúspide de la cadena alimenticia marina”. Gracias a sus hábitos actúan como carroñeros, ayudando a eliminar los animales muertos, lo que contribuye a frenar la propagación de enfermedades y ayuda a fortalecer la composición genética de las poblaciones de presas.
Fuente: http://www.elpais.com/articulo/andalucia/lobos/mar/elpepiespand/20030317elpand_23/Tes
Fuente: http://www.publico.es/ciencias/359654/espana-blinda-por-primera-vez-a-los-tiburones
Fuente: http://www.iucn.org/
De los tiburones, y su crítica situación, me ócupé hace algunos años (2003) en un extenso reportaje que coincidió con la publicación del informe sobre peces cartilaginosos del Mediterráneo, un riguroso documento que aún se puede consultar en la web de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza).
Ya entonces escribí que a escala planetaria, y en lo que se refiere a la pesca de tiburones, España ocupa un destacado segundo lugar, tan solo superada, en volumen de capturas, por Indonesia, y muy por delante de países como Japón o Estados Unidos.
Una parte significativa de esta actividad se lleva a cabo en aguas del Mediterráneo, en donde habitan 86 especies de tiburones. Los hay de gran tamaño, como el tiburón peregrino, que alcanza una longitud de entre 9 y 10 metros, y que es fácil de ver en las costas de España, Francia y oeste de Italia durante los meses de primavera y verano. También abundan los pequeños tiburones, como el cazón o la pintarroja, cuya presencia en la cocina y la dieta de algunas regiones españolas los convierten en capturas muy apreciadas por la flota artesanal.
La presencia en aguas mediterráneas de residuos químicos de gran impacto biológico, como metales pesados o pesticidas, también ocasiona graves daños a estos animales. Las concentraciones de mercurio alcanzan cifras muy elevadas, como se ha comprobado en el caso del tiburón mielga, algunos de cuyos individuos (capturados en aguas italianas) presentaban concentraciones de este metal pesado de hasta 6,5 mg/kg, cuando el límite legal se sitúa en 0,50 mg/kg.
Ya sea de forma intencionada o accidental, numerosos tiburones caen en las redes y anzuelos de los pescadores y otros muchos se ven afectados por la contaminación o la destrucción de sus hábitáts. La intensa presión pesquera que viene padeciendo este grupo animal puede resultar nefasta, advierten los especialistas, debido a las peculiares características biológicas de estos animales. Como ocurre con otros grandes depredadores, que apenas cuentan con enemigos naturales, sus estrategias de reproducción se basan en un crecimiento muy lento (por lo que su madurez sexual puede retrasarse más allá de una década), escasa fertilidad, procesos de gestación igualmente dilatados y escaso número de crías. Por este motivo, las tasas naturales de crecimiento para determinadas especies apenas alcanzan porcentajes que no rebasan el 2 %.
En estas circunstancias, cuando sus poblaciones se ven diezmadas por la sobrepesca o la contaminación, tardan mucho tiempo en recuperarse. Algunas especies han visto como, en pocos años, sus efectivos mundiales se reducían en un 80 %, colocándose así al borde de la desaparición. De hecho, la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) incluye en su lista roja a 17 especies de tiburones amenazados de extinción, y dos de ellas (tiburón blanco y tiburón peregrino) se han incluido, además, en la nómina de animales amparados por el convenio CITES que regula el comercio internacional de especies amenazadas de extinción.
La desaparición de algunos tiburones, o el declive de sus poblaciones, podría tener efectos negativos en el mantenimiento de otras muchas especies, algunas de ellas de interés pesquero. En contra de lo que pudiera pensarse, la ausencia de tiburones no se traduce en un aumento de las poblaciones de otros peces sino que podría llegar a ocurrir todo lo contrario. Como explican los expertos de la UICN, “los tiburones cumplen un importante rol en el ecosistema oceánico, manteniendo el equilibrio ecológico y situándose en la cúspide de la cadena alimenticia marina”. Gracias a sus hábitos actúan como carroñeros, ayudando a eliminar los animales muertos, lo que contribuye a frenar la propagación de enfermedades y ayuda a fortalecer la composición genética de las poblaciones de presas.
Fuente: http://www.elpais.com/articulo/andalucia/lobos/mar/elpepiespand/20030317elpand_23/Tes
Fuente: http://www.publico.es/ciencias/359654/espana-blinda-por-primera-vez-a-los-tiburones
Fuente: http://www.iucn.org/
Muy buena la información sobre la lenta reproducción. Ayuda a entender la difícil situación de los tiburones.
Puedes visitar mi nuevo blog. rispitay.wordpress.com
[…] debe tener miedo ese es, sin duda, el tiburón, al que los humanos, y en particular los españoles, perseguimos con la saña propia del peor depredador. El grueso de las capturas de estos animales en la Unión Europea se registra en los puertos […]
[…] que, aunque no está amenazado y en muchos casos proceda de pesca accidental, no deja de ser un depredador imprescindible en la cadena trófica […]