El aliño de papas, o las papas aliñás, es uno de los clásicos de la cocina sureña. Uno de esos recursos, fáciles y sabrosos, que nos resuelven una cena de verano (que sería del estío sin aliños…). La humildad del plato permite vincularlo a la “cocina de sobras”, esa maravillosa variante de la que han nacido multitud de recetas económicas e imaginativas.
Dicho de otra manera: ¿qué lleva el aliño de papas? Pues el más ortodoxo combina patatas cocidas, cebolla o cebolleta, huevo duro y atún o melva. Pero, como digo, ese es el más ortodoxo. ¿Y el heterodoxo? ¿Y si solamente contamos con las patatas cocidas y a partir de ahí tiramos de fondo de frigorífico? Si aplicamos esta última estrategia las posibilidades son infinitas, y una de ellas nació este domingo, cuando nos inventamos un “guacaliño” de papas para degustarlo al solecito, en el jardín de Luis y Paca, justo antes de atacar algunas piezas de cerdo ibérico churrascadas en la lumbre…
Tres patatas grandes cocidas. Aún calientes las pelamos y troceamos en láminas gruesas. Añadimos una cebollada morada, grande, cortada en láminas finas, y también un aguacate maduro cortado de idéntica manera. Abrimos un bote pequeño de pimientos del piquillo asados y los cortamos, también, en láminas finas (a la ensaladera con ellos). Y todavía tenemos que añadir dos huevos duros cortados (como no) en láminas.
Pelamos seis o siete langostinos frescos. Las cabezas y cáscaras las salteamos en aceite de oliva, aplastándolas con el cucharón para que suelten todo su jugo. Quitamos cáscaras y cabezas de la sartén y en ese juego salteamos, con fuego fuerte, los langostinos pelados, salados y troceados. Cuando estén hechos los doramos echando un buen puñado de sésamo tostado a la sartén. Rematamos con un chorrito de zumo de lima. Añadimos los langostinos y sus jugos a la ensaladera.
Y para terminar este aliño heterodoxo pelamos una lima y una naranja. Media lima la cortamos en láminas lo más finas posibles, e idéntico procedimiento seguimos con la media naranja. Y esos “papelillos” de cítricos los añadimos a la ensalada. Removemos con cuidado todos los ingredientes y, ahora sí, aliñamos con sal, pimienta negra recién molida y un buen aceite de oliva.
¿Y cómo lo llamamos? Guacaliño de domingo. Será por bautizar…
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