Erika, desde la Casa de la Ciencia, propone un nuevo debate (oportuno, como todos los que viene lanzando a la red). La pregunta con la que arranca esta nueva reflexión colectiva es sencilla:
¿Deberían los científicos ser más accesibles para la sociedad?
Y Elena Lázaro, periodista en la Universidad de Córdoba, añade más interrogantes:
¿Cómo convencemos a la comunidad científica de la necesidad de comunicar sus resultados? ¿Cómo arrancamos tiempo para la divulgación de sus apretadas agendas? ¿Cómo convencerlos de que divulgar no es vulgarizar?
Y a mí este debate me recuerda un refrán uruguayo que asegura que «todas las cosas son dos cosas». Al margen de algunos problemas que se citan con frecuencia (la nula valoración de estas tareas en el curriculum del investigador, el demérito entre sus iguales, la falta de tiempo…) hay un problema de «sintonía» y otro de «sincronía». Periodistas/comunicadores y científicos no terminan de entenderse (poca sintonía), porque, en España, aún están, estamos, construyendo un territorio común, con herramientas y lenguajes de uso compartido (estamos en ello) que sean realmente operativos. Pero, sobre todo, yo advierto un problema grave de «sincronía» (y aquí están, sobre todo, las «dos cosas» que se necesitan para que una cosa funcione). ¿De qué sirve que esté surgiendo una nueva generación de científicos capaces de divulgar si cuando salen a la calle encuentran a pocos periodistas científicos y, sobre todo, los medios generalistas no cuidan esta parcela de la información? ¿De qué sirve que algunos periodistas, e incluso algunos medios, se esfuercen por atender la información científica si luego no encuentran a científicos, y centros de investigación, capaces de compartir sus conocimientos en esas condiciones (las condiciones de la «vulgarización» en el buen sentido de la palabra: ciencia para el vulgo)? Sintonía y sincronía. Todas las cosas son… dos cosas. O tres cosas, porque no hemos hablado de los receptores: ¿realmente los ciudadanos nos reclaman más y mejor información científica? Uffff, para esa pregunta habrá que plantear un nuevo debate…
La belleza de la ciencia radica en su facilidad de comprensión,y aunque sea complejo explicarla, siempre hay palabras divulgativas que lo permiten, al menos, hasta un limite de entendimiento.
No es preciso entrar en un tema con excesiva profundidad científica para hacerse comprender y, menos aún en el de la física, pues ésta sintoniza con la lógica del sentido natural en el que todos los seres vibramos.
Cualquier profesional dispone de terminología compleja para explicar su materia, pero no todos tienen la facilidad didáctica que posibilite la transmisión de sus ideas de una manera sencilla. Los físicos, al igual que los médicos, periodistas, mecánicos, ingenieros, etc. pueden o no hacerse entender, y su limitación es mas un problema personal que de la comunidad a la que representa.
Es evidente que divulgar bien, no es vulgarizar, y en ello estamos.
Benito A. de la Morena (Científico del INTA)
[…] que anima muchas de las entradas de este blog, así es que algunas reflexiones en torno a los encuentros y desencuentros entre científicos y divulgadores tenía que estar en este hit […]