En el Año Internacional de los Bosques y en el Día Mundial de la Biodiversidad podemos unir ambas celebraciones viajando, sin salir de la Península Ibérica, hasta la selva del sur.
En contra de lo que algunos pudieran pensar a la vista de esos soberbios tapices vegetales que adornan amplias zonas de la Europa más fría, los bosques del centro y norte del continente cuentan con una biodiversidad relativamente baja. En ellos habitan muy pocas especies vegetales, y las funciones que desempeñan rara vez se superponen. Es decir, hay territorios forestales específicamente dedicados a la producción de madera, otros que actúan como tapiz protector del suelo; los hay que se aprovechan para el esparcimiento de la población o para brindar soporte a especies animales y vegetales. En cambio, en los bosques mediterráneos todas estas funciones se superponen, son espacios humanizados, en los que crecen un elevadísimo número de especies, muchas de ellas endémicas, y presentan una biodiversidad muy elevada. Su gestión, por tanto, es sumamente compleja, ya que hay que conjugar los múltiples aprovechamientos con la conservación de los recursos que los hacen posibles.
Además, los terrenos forestales de países como España, Portugal, Grecia, Italia o Francia están sometidos a unas peculiares condiciones climáticas. Las sequías, que periódicamente azotan a estos territorios, unidas a los incendios estivales complican aún más la conservación de este patrimonio. La lista de amenazas se completa con la sobreexplotación a la que están sometidos algunos de estos bosques, habitualmente situados en zonas deprimidas desde el punto de vista social y económico. El fantasma de la erosión, uno de los peligros ambientales más graves del sur continental, está presente en muchos de estos territorios.
Andalucía alberga algunas de las mejores muestras de bosque mediterráneo que se conservan en todo el continente. Los encinares y alcornocales, que suman más de un millón de hectáreas, son el exponente más valioso de este tipo de ecosistemas. No menos importantes, en una región amenazada por la desertización, son las 200.000 hectáreas que ocupa el matorral mediterráneo noble, con una gran diversidad de especies y alta densidad.
El Parque Natural de los Alcornocales (Cádiz-Málaga), es uno de los mejores ejemplos que en todo el ámbito europeo se pueden encontrar de lo que es un bosque mediterráneo bien conservado, en el que la mayoría de las actividades humanas, agrícolas y ganaderas, están perfectamente integradas en el medio.
Ya en 1844, cuando las tierras del sur peninsular se convirtieron en destino predilecto de naturalistas foráneos, el científico alemán Moritz Willkomm llamó a estas espléndidas masas forestales «la selva virgen europea», después de reconocer que se trataba del bosque más bello e interesante que habían visto sus ojos. Pero el aprecio que suscitaban fuera de nuestras fronteras no era compartido por las autoridades españolas, hasta el punto de que, en 1855, las leyes desamortizadoras de Madoz autorizaron la venta, y posterior corta, de muchos de los alcornocales que entonces se extendían por numerosas comarcas españolas.
La nefasta disposición tenía sin embargo algunas excepciones que, a larga, serían providenciales. Así, no se incluían aquellos montes poblados con quejigo y con roble enano, precisamente dos de las especies más abundantes en los alcornocales gaditanos. En palabras de Máximo Laguna, botánico de la época, «el pigmeo salvó del hacha destructora al gigante».
El Parque Natural de los Alcornocales resulta, en sus más de 170.000 hectáreas de extensión, un espacio paradójico. A primera vista presenta una cierta uniformidad, muestra un paisaje que pudiera parecer monótono y hasta pobre al visitante. Sin embargo, la mezcla de unas peculiares condiciones geológicas y climáticas, combinadas con su estratégica posición geográfica, hacen de estos territorios un paraíso para la biodiversidad, en donde se alternan numerosos ecosistemas, algunos de ellos ciertamente peculiares y hasta exclusivos.
Parque Natural de los Alcornocales (Ventana del Visitante):
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