Esta mañana el bueno de Luismi (@DOMINGUEZLM) nos regalaba una de esas perlas, sencillas, con las que, sin embargo, el día se ilumina: “No voy contra nadie. Sencillamente abrazo a los míos”.
¿Suena fácil? Pues llevarlo a la práctica es muy, muy difícil…
El dolor sólo puede alimentarse de dolor. El dolor no puede alimentarse de alegría, de perdón, de compasión, de paz… son valores que le resultan completamente indigestos. Queremos escapar del dolor pero, con frecuencia, sólo conseguimos seguir cebando al monstruo.
Los que visitáis este blog sabéis que en alguna ocasión he citado a Thich Nhat Hanh, un viejo amigo que a menudo me ayuda a encontrarle sentido al sinsentido. Hoy, sin más preámbulos que la explicación de este estrecho vínculo con el maestro Zen, vuelvo a sus palabras para tratar de buscar algo de luz y, sobre todo, algo de paz.
“Solemos preguntar: <¿Qué está mal?>, y al hacerlo es como si invitáramos a las dolorosas simientes de la pena a acudir y manifestarse. Sufrimos, nos apenamos, nos deprimimos y generamos más simientes negativas. Seríamos más felices si intentáramos estar en contacto con las simientes sanas y alegres que residen en nosotros y en nuestro alrededor. Tenemos que aprender a preguntar: <¿Qué no está mal?>, y a estar en contacto con ello. En el mundo y en nuestro interior existen muchos sentimientos, percepciones y conciencias saludables, frescas y reconfortantes. Si nos bloqueamos, si permanecemos obstinadamente en la prisión de nuestro dolor, jamás estaremos en contacto con esos componentes saludables. El secreto de la felicidad está en la misma felicidad”.
Buenas noches, amigos.
Creo que centrarse en las cosas buenas nos hace más felices, en lo que hay más que en lo que no hay. Sin embargo, nos bombardean para que nos centremos en lo que nos falta y permanezcamos en una eterna insatisfacción que nos aleja de la felicidad, así caemos en la trampa y dejamos de ser dueños de nuestra vida.
Y lo peor es que esa negatividad, esa insatisfacción, acaba impregnándolo todo y así dejamos de ver las muchas cosas que sí están bien. Gracias por seguir este blog y por tu comentario.
Me gusta mucho tu blog porque siempre que paso por aquí, me haces reflexionar. Hoy especialmente. Buenas noches!
Me alegro que este puñado de letras sirva para que los amigos se reúnan alrededor del blog y piensen que, a pesar de todo, hay muchas cosas que están bien y que esas son, precisamente, las que nos unen y nos hacen seguir por este camino (que tiene muchas curvas pero también paisajes maravillosos y, sobre todo, excelente compañía). Gracias Guille por compartir.
Efectivamente es bastante usual lamentarnos de todas las cosas que están mal a nuestro alrededor. Creo que es un síntoma claro de autocompasión, y, lo que es peor, de frustración. Recuerdo ahora un curioso ejercicio de inteligencia emocional que consiste en portar una pulsera durante 21 días, al mismo tiempo que durante ese tiempo nos hacemos el firme propósito de no emitir queja alguna. Si durante ese periodo nos sorprendemos en un expresión verbal de queja o malestar, entonces debemos cambiar la pulsera de muñeca y recomenzar el ejercicio desde el día número uno. El objetivo de esta propuesta es conseguir asentar en nuestro espíritu una actitud de aceptación de la realidad, sea ésta cual sea, y que además el dolor que nos producen ciertas realidades no mitigue nuestra capacidad de amar, y por tanto, de permanecer “en contacto con las simientes sanas y alegres que residen en nosotros y en nuestro alrededor”, citando el mismo texto de Thich Nat Hanh. Los franceses tienen una expresión muy coloquial para retos como éste: “Courage!”.
Querido amigo Diego, que alegría me da verte por este blog y que aquí, en este rincón virtual, nos sigamos reuniendo para hablar de nuestras cosas. Espero que todo siga bien por la dulce Provenza y seguimos dejando pendiente una cerveza aljarafeña en compañía de nuestr@s amig@s del zafu.
Yo, sin embargo, no creo que esté mal de vez en cuando echarle un ojo a las cosas que nos faltan. Reconocer qué cosas deberíamos tener y no tenemos es una forma de marcarnos nuevos objetivos, pelear por conseguir estar mejor. Pero al hacer esto, es importante no perderse en las cosas negativas, sino simplemente verlas como lo que son, cosas que nos faltan y que nos deben servir de como guía de lo que queremos conseguir. Saber que no hemos sido capaces de hacer algo importante cuando lo hemos intentado debe hacernos reflexionar sobre 1) por qué no hemos sido capaces de conseguirlo y 2) es realmente importante o sólo nos han vendido que lo era. Sin lugar a dudas, es fundamental intentar ser felices con lo que tenemos, que como bien decís en tu comentario suele ser mucho, pero no está mal ser autocríticos y plantearnos nuevos horizontes. Eso, en última instancia, ha sido nuestro motor de crecimiento (no me refiero al económico) como humanidad.
Qué alegría verte por aquí amiga Martina. Ya que el asado (real) se nos resiste al menos que en el mundo virtual sigamos coincidiendo. Mirar al horizonte, como dices, también es necesario. A dónde queremos ir, con quién queremos ir, para qué queremos ir a ese sitio…Tener metas, objetivos, aspiraciones… pero sin perder la intensidad por el momento presente que, al fin y al cabo, es el único que existe. Con demasiada frecuencia nos cargamos de tiempo, y vivimos más en el pasado y en el futuro que en el aquí y el ahora.
Seguimos aplazando ese asado con Leon Gieco de fondo…. o con la banda sonora de Star Wars ;-)) Reparte besos a todos los que te rodean y te quieren (y uno grandote para ti).
Totalmente de acuerdo. Tus reflexiones me hacen recordar unas palabras de un amigo que me dijo un día «Sólo busco estar con gente que me transmita felicidad, estoy cansado del pesimismo sin razón de la gente».
Buena entrada, tengo mucho que leer en tu blog. Enhorabuena!
Cocerse en lo oscuro sólo lleva al pesimismo, la melancolía y, con demasiada frecuencia, a la estupidez. Vamos a ver si arreglamos lo que está mal pero mientras tanto vamos a disfrutar de lo mucho que está bien. Gracias por incorporarte a los comentaristas de este blog.
[…] mañanas, convencidos de que, un día más, lo incalculable, lo imprevisible, se quedará fuera. Convencidos de que el orden aleja el sufrimiento, convencidos de que la vida es un negocio y no un […]
[…] es la única revolución posible, la única que funciona a escala humana, la única que podemos gobernar por nosotros mismos. No me […]