El próximo sábado la figura del pastor tradicional volverá a estar presente en Espacio Protegido (Canal Sur Televisión). ¿Y qué tiene que ver un pastor con el mantenimiento de la biodiversidad? ¿Realmente son compatibles?
José Luis González, investigador de la Estación Experimental del Zaidín (Granada, http://www.eez.csic.es/), me lo explicó de una manera sencilla pero muy efectiva. “Mi hija”, me dijo, “tiene siete años y suele pintar, como cualquier otro niño de su edad, prados salpicados de vaquitas”. Esa es la imagen tradicional del pastoreo, y como relataba José Luis, “a nadie se le ocurriría pintar vacas que se comen unas a otras”. Y sin embargo, el manejo intensivo de este recurso ha llevado a esa sinrazón que, finalmente, desembocó en la crisis de las “vacas locas”. “Una sociedad que ha olvidado cosas que un niño de siete años ya sabe”, lamentaba González, “asume consecuencias muy graves con respecto a lo que pueda venir”.
La hija de José Luis roza ya la mayoridad de edad, pero aquella sinrazón que me explicó de forma tan contundente sigue contaminando el buen hacer de los pastores tradicionales, aquellos que contribuyen al mantenimiento de espacios naturales particularmente frágiles.
El trabajo de José Luis trata, en gran medida, de desmontar, con argumentos científicos, algunos de los tópicos y malentendidos que giran en torno a la actividad ganadera en terrenos de gran valor ecológico. Al sobrepastoreo suele achacarse, por ejemplo, un notable impacto en la flora silvestre, pero no siempre se dispone de datos fiables que determinen la carga ganadera que puede soportar una zona, la influencia de otros herbívoros que no son los domésticos o las ventajas ambientales que se derivan del pastoreo tradicional.
El ganado abona la tierra y dispersa las semillas, ayuda a frenar la sangría demográfica que sufren los municipios serranos y mantiene el matorral en unas condiciones que disminuyen el riesgo de incendio. La biodiversidad es mayor en áreas con pastoreo moderado que en aquellas otras zonas con pocos animales o con exceso de carga ganadera. Los efectos de un excesivo número de animales son de sobra conocidos, pero es que el pastoreo leve o la ausencia del mismo, señala Fernando García, profesor de Biología Animal de la Universidad de Almería, “hace que el territorio tienda a ser invadido por arbustos, se hace impenetrable, pierde riqueza específica y diversidad, aumenta la probabilidad y la intensidad de los incendios, y termina convirtiéndose en un desierto verde”.
Los paisajes de Sierra Nevada, advierten estos expertos, han evolucionado con una carga de herbívoros muy alta, y el pastor tradicional actuaba, en cierta medida, como un depredador capaz de controlar la presión ganadera. Al desaparecer esta figura se elimina el factor de equilibrio y es entonces cuando pueden manifestarse impactos ambientales de cierta gravedad.
El problema, por tanto, no es una excesiva carga ganadera. El hecho de que sobren o no animales en una determinada zona lo resuelve el estudio de la capacidad de carga que tienen esos terrenos. Las posibilidades de explotación de este recurso, en un espacio tan valioso como Sierra Nevada, fluctúan cada año, pero eso, insiste González, “es algo que se puede cuantificar y planificar, pero lo que no podemos inventar es a un pastor”.
Esta es una profesión poco conocida y mal valorada, a pesar de que exige una alta cualificación y un profundo conocimiento del medio. Un oficio que suele transmitirse de padres a hijos, y que cada vez resulta menos atractivo para los jóvenes serranos. Su valor suele apreciarse cuando se visitan territorios en los que no existe esta figura, y el ganado se explota de una manera irracional.
Lo que está en juego no es solo un oficio tradicional, es un patrimonio en el que se incluyen valores naturales, historia y formas de vida. Es, en definitiva, una cultura en peligro de extinción, tan ligada al paisaje y los ecosistemas que su desaparición comprometería los propios valores del medio natural. Un proceso en el que también sucumben los viejos caminos rurales, los cultivos en terraza, los sistemas de riego tradicionales, los cercados de piedra o las clásicas cortijadas.
EL CABRERO, oficio en peligro de extinción. Los cabreros están en peligro de extinción y con ellos un arte, un estilo de vida, una cultura, un patrimonio y un paisaje amados. Son los arquitectos del paisaje y sin saberlo hacen una gestión sostenible del territorio. El …Cabrero y su piara de cabras son parte inseparable del paisaje de nuestras sierras, como lo son el Águila o el Pinsapo.
http://monteaventuraspain.blogspot.com.es/2010/09/el-cabrero-oficio-en-peligro-de.html
[…] la acción humana la dehesa no existiría. Sin los pastores, sin la ganadería en extensivo, sin la selvicultura tradicional, este ecosistema humanizado y biodiverso no existiría. El 18 % de […]