Cuatro gotas. Han caído cuatro míseras gotas. Y aún así, el suelo, agradecido, nos ha regalado ese maravilloso olor a tierra mojada (siento restarle belleza a esta introducción revelando el origen químico de ese aroma, que no es otro que la geosmina, una sustancia que destilan algunas bacterias esenciales: http://www.encuentros.uma.es/encuentros90/olor.htm).
El caso es que, una vez más, un suceso doméstico me lleva hasta la Ciencia y de ella paso a la cocina (no puedo evitarlo…). El olor a tierra mojada, la geosmina que esta mañana se me ha colado en la nariz, me ha despertado el apetito de champiñones. La asociación de olor y sabor ha sido inmediata (ríete del perro aquel de Pavlov), y me puesto a soñar con una sencillísima, y sabrosa, sopa de champiñones que aprendí de Bourdain (al que ya he dedicado inmoderados elogios en este blog: https://elgatoeneljazmin.wordpress.com/2011/02/06/sopa-al-estilo-de-bourdain/).
400 gramos de champiñones
1 cebolla
Mantequilla
1 litro de caldo de pollo
Una copa de Jerez
Sal y pimienta
Derretimos en una olla amplia dos cucharadas soperas de mantequilla y en esa grasa salteamos, a fuego suave, la cebolla cortada en láminas bien finas. Antes de que la cebolla llegue a dorarse añadimos los champiñones, limpios y troceados, y otras cuatro cucharadas soperas de mantequilla. Rehogamos durante ocho o diez minutos, a fuego suave, sin dejar que el revuelto se tueste. Añadimos un litro de caldo de pollo (que sea más bien claro, sin demasiada intensidad) y una ramita de perejil fresco. Siempre a fuego moderado dejamos hervir durante una hora. Retiramos el perejil y metemos la batidora para triturar el conjunto hasta conseguir una crema bien suelta, sin grumos. Ajustamos de sal, añadimos un golpe de pimienta negra y justo antes de servir le mezclamos una copa de buen Jerez. Podemos servir la sopa con unos trocitos de champiñón (que habremos reservado sin triturar) o de alguna seta sabrosa salteada (un boletus, por ejemplo) flotando en cada plato.
Y ahora no se si, para acompañar la sopa, es mejor tirar de un Oloroso seco o de un buen Chardonnay… Se aceptan sugerencias…
P.D.: Creo que con esta receta se me borrará el mal gusto que me dejaron esta semana los pelmazos a los que me refería en el último post. No hay como comer bien, y en buena compañía, para celebrar la vida y la amistad.
Lo probaré este fin de semana si «mi» Lola se anima, pero sobre el vino, ¿que tal iría un vino blanco, fresco y ligero como el vino verde portugués?
Seguro que va bien con ese vino. Ya me contarás cómo queda las receta y el maridaje. Un abrazo.
Querido viejo amigo, con un Joao Pires esa sopa tiene que ir de lujo, como de lujo es haber encontrado tu blog. Me apunto !!
Un pedazo de abrazo.
Que alegría encontrarte también en este rincón (ya ves que la patria no sólo está en la infancia, también se puede inventar en mitad del cyberespacio y esperar que a ella vayan llegando los amigos). Me apunto lo del Joao Pires (un buen blanco de las Terras do Sado), y si no lo pruebo con la crema de champiñones nos lo soplamos, con lo que se tercie, en la próxima cita festivo-gastronómica. Un abrazo.
De este fin de semana, que parece que va a llover, no pasa sin hacer tu sopa.
Ya te contaré, pero de momento… tiene una pinta deliciosa.
Un abrazo y mil gracias por compartir la receta.
Eva.
Como sugerencia… un verdejo de Rueda, un Ribera de Duero, un rancio de Nava del Rey, un Cigales o un Toro… buenos vinos de Valladolid todos.
Creo que haré más sopa para probarla con todos esos vinos… :-)) Valladolid es mucha Valladolid. Besos