“En estos cinco años, el país ha pasado por muy diversos avatares, del encanto al desencanto, del desencanto a la neura, de la neura al virgencita que nos quedemos como estamos, y de esto, por último, a la tímida, pero creciente, recuperación del activismo, al deseo de conquistar un nuevo encanto, aunque se trate esta vez de un encantamiento cauto y sabio. Han sido cinco años intensos como siglos, cinco años que el periodista medio de EL PAIS ha pasado trabajando en las noticias, pero también cinco años en los que las noticias han trabajado duramente al periodista.
A veces, el periodista medio de EL PAIS se detiene un momento en sus quehaceres, el dedo de pulsar teclas electrónicas suspendido en el aire, y mira alrededor, a esa redacción tan grande, tan lujosa y tan nueva, por la que quizá sienta una mezcla de zozobra y de secreto orgullo (…).
El periodista medio de EL PAIS tiene un cansancio de quinquenio en el cuerpo, y tiene en estos momentos más que nunca la sensación de que sacar EL PAIS cada día es toda una aventura: pero se trata de una aventura diferente, dura, difícil, trabajosa. El periodista medio de EL PAIS está viviendo ahora la crisis de los treinta, la redacción entera está pasando por tal trance: y asumir el crecimiento del país, de EL PAIS y del propio cuerpo de uno, al unísono, es tarea abrumadoramente grande. El periodista medio de EL PAIS está empezando ahora a peinar canas. Y las canas enseñan, pero duelen”
«El periodista medio de EL PAIS» // Rosa Montero // Anuario El País 1982, página 347
P.D.: Maldito insomnio.
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