«Una persona estúpida es aquella que causa pérdidas a otra persona o grupo de personas sin obtener ninguna ganancia para sí mismo e incluso incurriendo en pérdidas» (Leyes fundamentales de la estupidez humana, Carlo M. Cipolla, 1988).
En este blog me he ocupado de los estúpidos en varias ocasiones (quizá en demasiadas…), destacando, como ya advertía el economista Carlo M. Cipolla, que son las personas más peligrosas que existen. Y lo son porque les repele tanto la cooperación sincera que, empeñados en causar daño a los demás, no dudan en causárselo a ellos mismos.
Afortunadamente no son mayoría (porque si así fuera la humanidad se habría extinguido hace tiempo), pero si miramos a nuestro alrededor resulta inquietante comprobar el número de estúpidos que, a diario, van colocando piedrecitas, o pedruscos, en nuestro camino a cambio de ningún beneficio (ni propio ni ajeno).
Afortunadamente, y sin abandonar el terreno de la economía, hay quien trata de neutralizar esta absurda manera de manejarse planteando nuevos modelos que miran al bien común, modelos que, por cierto, los estúpidos no terminan de comprender (el bien común para ellos es una suerte de comunismo apulgarado, o, lo que es peor, una muestra de tontuna propia de utópicos, místicos o perroflautas).
Christian Felber, un economista austriaco que no es perroflauta, ni comunista, ni místico, ni utópico, formuló en 2009, junto a un grupo de empresarios (sí, sí, empresarios), las bases de la denominada Economía del Bien Común. Los principios de este nuevo modelo son, para espanto de los estúpidos:
- Toda actividad económica sirve al bien común.
- La economía del bien común se debe regir por una serie de principios básicos que representan valores humanos: confianza, honestidad, responsabilidad, cooperación, solidaridad, generosidad y compasión, entre otros.
- Aquellas empresas que les guíen esos principios y valores deben obtener ventajas legales que les permitan sobrevivir a los valores del lucro y la competencia actuales.
- En la economía real actual el éxito económico se mide con valores o indicadores monetarios (Producto Interior Bruto), beneficios que dejan fuera a los seres humanos y al medio en el que vivimos. Estos indicadores no nos dicen nada sobre si hay guerra, se vive en una dictadura, si sobreexplotamos el medio, etc. De la misma manera, una empresa que tenga beneficios no nos indica nada sobre las condiciones de sus trabajadores ni sobre lo que produce ni cómo lo produce.
- El balance del bien común mide cómo una empresa vive: la dignidad humana, la solidaridad, la justicia social, la sostenibilidad ecológica, la democracia con todos sus proveedores y clientes.
- La evaluación de esos valores podrá permitir al consumidor escoger los productos que más contribuyan al bien común.
- Establece límites a la propiedad privada y a la herencia.
Y hoy me he acordado de Felber y de los estúpidos porque todos los que sufrimos la demolición de este oficio, los periodistas que asistimos impotentes a la destrucción de nuestros puestos de trabajo, conocemos, de primera mano, uno de los ejemplos que este austriaco pone siempre para revelar lo absurdo e injusto del actual sistema económico: ¿cuál es la diferencia de salario entre un trabajador y un alto directivo? ¿a qué distancia están los sueldos de un operario y el del consejero delegado de su empresa? ¿son diferencias razonables? ¿seguro?
Según detalla el propio Felber, “la diferencia entre el salario mínimo y el sueldo de un gerente es de 800 veces en Austria, de 5.000 veces en Alemania y de 65 mil veces en Estados Unidos. Y la diferencia entre el salario mínimo y el de un ejecutivo de Wall Street ha llegado a ser de 360 mil veces, lo que establece la vergüenza de que el ejecutivo de Wall Street gane en un día mil veces lo que un trabajador gana en todo un año”.
Y también me he acordado de Felber (y de los estúpidos) porque ayer más de 60 periodistas, convocados por la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (APIA), nos reunimos en el Congreso Nacional de Medio Ambiente (CONAMA) para olvidarnos, aunque sólo fuera por un rato, de nuestros respectivos ombligos y trabajar así por el bien común, por nuestra maltratada profesión, por los valores compartidos que alimentan la esencia de este oficio y sin los que es imposible construir el futuro, ningún futuro.
Aprovechando que Felber habla un español más que aceptable os dejo esta entrevista en la que explica su Economía del Bien Común:
Sería un enorme paso esto de la Economía del Bien Común, aunque soy pesimista. Creo que existen demasiados «estúpidos» que bloquean caminos con piedras, y que lo hacen con fines concretos. Demasiados «estúpidos» que cobran 360 mil veces más que un trabajador normal, y que no les interesa que cambie el model económico.
Un saludo.
Por cierto, fantástico blog. Me lo apunto.
A pesar de todo seguiremos luchando por lo evidente. Gracias por visitar el blog.
Economía:Ciencia que intenta satisfacer las necesidades humanas.Eso dicen en el instituto en clase de economía.
Pregunta que me viene inmediatamente a la cabeza:
-¿Cuáles son las necesidades humanas?.
-Fácil.Alimentarse, vestirse , tener un techo, educación , sanidad, amor…
-No,no te confundas.Las necesidades humanas son ilimitadas; dice el profe.
¿Esto es verdad o quieren que lo creamos así?.
Cambiemos esta versión.Vivir es barato y posible sin tantas historias.Cambiemos de esquema.
Un saludo Monti
[…] de lucha obrera o de cualquier pamema al uso. Pero el cainismo no busca el bien común, solo busca el provecho propio: quien quiere comer solo es porque quiere comer […]
[…] que mueve a algunos estúpidos disfrazados de justicieros. ¿Existe una lógica de la demolición? ¿Por qué hay quien se empeña en construir y quien sólo piensa en destruir? El filósofo británico lo explica de manera […]