
Por más empeño que pongo en su educación mi gata Frida no sabe lo que es el pasado ni tampoco tiene conciencia de lo que supone el futuro… Pobre animal, siempre instalado en el presente…
Nos venden ideales imposibles. Nos convencen de que somos casi, casi invulnerables. Algún tontaina, de esos con los que hay que bregar a diario, nos recita sus lecciones, contrastadas e infalibles, para alcanzar la felicidad (justamente las que nunca conseguimos llevar a cabo). Derrochamos el tiempo y las risas porque creemos que son inagotables, pero, de pronto, la enfermedad y la muerte asoman sus orejas en una conversación de desayuno, en una noticia inesperada o en el recuerdo de una herida que creíamos cerrada. Y entonces regresamos al único lugar en el que existimos: al aquí y al ahora (¿si no es ahora, cuándo? ¿si no es aquí, dónde?).
El sentido del humor y la religión no se llevan muy bien, exceptuando, quizá, algunas escuelas budistas en donde se evita el dogma (y sus venenos) mediante la sonrisa. Por ejemplo, yo siempre que leo a Jack Kornfield termino dándole la razón con una sonrisa:
«Si puedes sentarte en silencio después de recibir noticias difíciles; si en momentos de apuro económico puedes permanecer perfectamente en calma; si puedes ver a tus vecinos viajar a lugares fantásticos sin sentir envidia; si puedes comer cualquier cosa que pongan en tu plato y sentirte tan contento; si puedes dormir después de un día terrible sin tomar un trago ni recurrir a una píldora; si siempre estás contento, estés donde estés, probablemente eres un perro»
La vida de perro no es tan mala como la pintan, y la nuestra no es tan estupenda como creemos. Pero ni el perro ni nosotros tenemos otro momento que no sea este. Mi gata también lo sabe y por eso, en vez de pensar en lo que hará mañana, disfruta de una intrascendente siesta al lado de mi teclado…
Buenas noches
Mi gato y yo también pensamos como tú. Él me lo dice con la mirada y asintiendo con la cola.
Aunque no lo parezca somos muchas personas y muchos gatos los que pensamos igual… 🙂
Recuerdo eso de que “todo está en función del color del cristal con que se mira”. La vida, que no es eterna, fue justificada antaño según creencias y hoy parece ser está en función de los intereses del “mercado”, vamos, que somos una mera mercancía.
Yo preguntaría, ¿Vale algo la vida? y en función de la respuesta intentaría encontrar el motivo que me ha llevado a darla y, posiblemente me encuentre con que según el “como”, “donde” y cuando” me haga la pregunta y me dé la respuesta, encontraré muchas divergencias.
Lo ideal, si existiera, sería el asumir que nuestro transitorio paso por la “vida” es algo tan insustancial que solo desde un punto de vista más espiritual parece alcanzar algún sentido y así lo proclaman los casi cuatro mil millones de expectantes “seguidores” de las religiones monoteístas del Planeta. Pero en la medida que el sentido de la “razón” pretende sobrepasar al de la “meditación transcendental”, nuestras desviaciones de cultura materialista parecen alejarse de la serenidad que puede ofrecer esa otra forma de entender la vida en la que no somos más importantes a escala universal, que el perro o el gato de nuestros queridos amigos.
¿Ello es idealismo exacerbado?, ¿será realidad objetiva?, en cualquier caso, lo que si estoy seguro es que supera nuestra escasa capacidad de comprensión los motivos de la vida y de nuestra existencia, por eso quizás sea mejor tomarlo de una manera más intrascendente y reír de vez en cuando.
Un cordial saludo y disculpar mi desatino.
Recomiendo de verdad, escuchar con mucha tranquilidad y atención lo que transmitía el gran Vinicius de Moraes en su tema «Tarde em Itapoa». Sólo pasaba la tarde disfrutando con la mirada perdida en el encuentro de cielo y mar, con una cachaça freesquita con su colega Toquinho en una tarde de total «vagabundaje».
Yo estoy lejos de Itapoa pero vivo en el Aljarafe donde voy a disfrutar de unos mostitos con mis colegas y mi mujer. Con eso me basta.No puedo pedir más, hoy. Mañana será otro día.
[…] cóctel que he elegido y que, como siempre, queda bajo la atenta administración de Frida, mezcla géneros, territorios y épocas de acuerdo a un orden que no comprendo pero que seguro […]
[…] en las redes sociales su admiración y cariño a una raza que lleva casi mil años con nosotros. Aunque siempre me he rodeado de gatos (bueno, quiero decir que soy, parafraseando a Churchill, un humilde súbdito de mis gatos) yo […]