
Uno, aunque no lo parezca, siempre escribe para una sola persona. Aunque esté lejos, aunque esté allí, lejos, en el azul metálico, en el azul turquesa, de este sur agitado por el poniente… (Foto: José Mª Montero).
“Era tan desobediente / como el viento de poniente / revoltoso y juguetón”
(Como el viento de poniente –pregón por milongas–, José Domínguez “El Cabrero”)
Poniente. Cuando el vello se me eriza y el salitre deja su huella atlántica en el paladar; cuando al atardecer hay que buscar abrigo y abrazo, es el poniente, tímido y poderoso, el que se hace con la playa.
Parece, y es verdad, que nació entre las olas y de su espuma revoltosa trae ese olor a algas y a manzanilla fresca. Parece, y es cierto, que se emboscó en Doñana antes de sorprenderme con su aliento cariñoso y juguetón.
Musgo. Me sabe a musgo y a madrugada. Silba, entre las piedras ostioneras, la canción del porvenir, los compases (a contratiempo) de una noche de noviembre, las estrofas melancólicas de aquel otro septiembre, el de Broadway, el de Berlín, el de Madrid. El de cualquier otoño de esos en los que fuimos y también de esos otros en los que seremos, los que nos esperan (sin prisa).
Sur. Son cosas de este sur donde hasta el viento más ariscón tiene su gracia. A ver quién se atreve a elegir brisa o ventolera.
Uno no sabe, llegados a este rumbo, si el torbellino es parte de la fiesta o prólogo de un naufragio (de otro naufragio, quiero decir). Uno no es capaz de adivinar si es beso o mordisco, si es susurro o ciclón.
Razones no le faltan a los que temen al poniente y se marchan, o guardan prudente silencio, cuando (por fin) sopla tímido y poderoso, revoltoso y juguetón.
Pero a mi me gusta.
Poniente.
Musgo y madrugada.
Precioso, amigo Monti. Háblanos también ell levante. Gracias.
No me provoques, Carlos !!! Jajaja En fin, tendré que decir algo del levante..
Veo que sois amantes del viento igual que yo…
Y es que el olor que trae aqui tambien es especial… El levante y poniente, el surillo y hasta el norte.
Pero el que mas me gusta es el temporal de poniente el el Cabo… ( de Gata)
Un beso locos (por el viento)
[…] Maltrata las sombrillas, espanta a las abuelas y tuesta la piel (y la paciencia) de los niños. Viene buscando una gota de sudor, una lágrima, la saliva en la comisura de los labios, cualquier rastro de humana-humedad para convertirla en vapor salado. En un raro equilibrio, que no dejará de repetirse, se lleva lo que nos dejó el Poniente. […]
[…] de albariza, atisbará la humedad dulzona del Guadalquivir, los vientos caprichosos de levante y poniente, la sal del Atlántico, las bacterias lácticas y hasta la yema, callosa, del viticultor que […]