
Para que esta mosca sea mosca han tenido que pasar muchas cosas y establecerse muchas relaciones. Para que esta preciosa mosca ayude a la polinización de la lechetrezna sureña que visita (sin darse importancia) la naturaleza ha tejido lazos invisibles que, sin embargo, algunos pueden ver. La foto es de Carlos Herrera y está fechada en la sierra de Cazorla (Jaén) el 8 de julio de 2019.
Con la rotunda lucidez que brindan dos copas de manzanilla (de Sanlúcar) acostumbro a tomar grandes decisiones. Decisiones difíciles pero trascendentales. Por ejemplo, cuando el velo de flor me despeja el intelecto y me regala una dosis extra de arrojo considero la posibilidad, largamente aplazada, de abandonar, ad infinitum, las redes sociales. Juro que he pasado demasiadas veces por el trago, nunca mejor dicho, de sujetar la copa con una mano y apoyar el índice de la otra en el tentador comando delete-all-forever. Casi puedo tocar ese paraíso analógico, libre de ruido y hooligans, donde todo discurre despacio y no pocas cosas, y hasta personas, son feas, sin más y sin remedio, sin filtros. Feas y aburridas, como nuestras propias vidas cuando se empeñan en ser confortablemente convencionales, dulcemente rutinarias, y no hay quien las haga salir del letargo.
Lástima que en el último minuto siempre aparezca la puñetera belleza, sí, esa que habita, aunque no lo parezca, en el mismo epicentro del caos. Casi siempre es una frase, o una cita, o una larga reflexión, o un diálogo chispeante. Casi siempre es la palabra la que me cautiva, began-again, y me hace retirar el índice del gatillo.
Ayer, sin ir más lejos, andaba vagabundeando por Facebook, buscando-un-no-se-qué, sin una copa de manzanilla, y, posiblemente debido a esa carencia, sin un atisbo del coraje imprescindible para darme de baja y salir, por fin, de esa chisporroteante noria cansina, cuando (!maldita belleza!) apareció Carlos Herrera (ojo, el profesor de investigación del CSIC, experto en ecología evolutiva, uno de los científicos más brillantes de nuestro país) hablando de una mosca. Sí, habéis leído bien: Carlos-Herrera-el-investigador-hablando-de-una-mosca-en-Facebook. Con foto, eso sí, con una preciosa foto del bicho posado sobre una lechetrezna, como algunos serranos llaman, en román paladino, a esta herbácea silvestre (bueno, en honor a la verdad Carlos precisó que la mosca estaba visitando «flores de Euphorbia nicaeensis» en la sierra de Cazorla).
Creo que merece la pena reproducir el diálogo que a partir de ese instante los dos mantuvimos on line y sin bajarnos de la noria de Facebook, prueba palpable de que, de vez en cuando, las redes sirven, sin marearnos demasiado, para tejer algo que, además de útil, puede llegar a resultar hermoso:
Carlos Herrera (CH).- Por mucho que nos apasione una letra del alfabeto, por ejemplo la “m” de mariposa, no podremos entender el Quijote si nuestro libro contiene exclusivamente palabras que empiecen por la letra preferida. Utilicé ayer esta analogía en mi charla a los alumnos de un curso de mariposas para transmitirles la importancia decisiva del contexto biológico para una comprensión cabal de cualquier fenómeno natural. Hoy rememoré la analogía mientras observaba a esta mosca del género Gymnosoma visitar flores de Euphorbia nicaeensis. Mientras era larva vivió dentro de una chinche Pentatomidae, a la cual mató finalmente para convertirse en esta preciosa mosca adulta. La difunta chinche que le dio la vida es parte del contexto invisible de esta foto. Sierra de Cazorla, 8 de julio de 2019.
Yo mismo (Ym).- Siempre es un placer leerte (y aprender) Carlos, demostrando que en este océano virtual además de ruido hay música. Hoy me has recordado el precioso texto de Thich Nhat Hanh dedicado a explicar el concepto de «interser» (o como dice Haskell: «No existe el individuo dentro de la biología. La unidad fundamental de la vida es la interconexión y la relación. Sin ellas, la vida termina”).
“Si eres un poeta podrás ver sin dificultad la nube que flota en esta página. Sin nubes no hay lluvia, sin lluvia los arboles no crecen y sin árboles no se puede fabricar papel. Las nubes son imprescindibles para fabricar papel. Si no hubiera una nube tampoco habría una página, de modo que podemos afirmar que la nube y el papel interson. Interser es un término que todavía no está en el diccionario. Si combinamos el prefijo inter y el verbo ser obtendremos este neologismo: interser.
Contemplemos de nuevo la página con más intensidad y podremos ver la luz del sol en ella. Sin luz los bosques no crecen. En realidad, sin la luz solar no crece nada, así que podemos afirmar que ella también está en esta página. La página y la luz solar interson. Si seguimos mirándola podemos ver al leñador que taló el árbol y lo llevó a la factoría para que lo transformaran en papel. Y veremos el trigo, y por lo tanto el trigo que más tarde será su pan, el pan del leñador, también está en la cuartilla. A su vez están el padre y la madre del leñador. Mirémosla bien y comprenderemos que sin todas esas cosas la página no existiría.
Si contemplamos aún con mayor profundidad podemos vernos a nosotros mismos en esta página. No resulta un proceso muy difícil porque mientras la miramos forma parte de nuestra percepción. Vuestra mente y la mía están ahí. No falta nada, están el tiempo, el espacio, la tierra, la lluvia, los minerales y el suelo, la luz solar, las nubes, los ríos, el calor. Todo coexiste en esta página. Por eso considero que la palabra interser debería estar en el diccionario. Ser es interser. Sencillamente, es imposible que seamos de forma aislada si no intersomos. Debemos interser con el resto de las cosas. Esta página es porque, a su vez, todas las demás cosas son”.
PD: Perdón por el ladrillo zen Carlos 😉
CH.- De ladrillo nada, es fantástico. Es lo que yo pienso sobre la naturaleza, pero bien escrito. «Interser», sí señor, me gusta mucho la idea. Llevo varios años rumiando algo que, si tengo salud, espero escribir alguna vez, y esa idea está en el centro del asunto. Aunque no la había bautizado todavía. A ver cómo lo digo en English 🙂
Ym.- Por si te resulta útil he buscado el texto original en inglés y así es como lo dice este vietnamita: « «Interbeing» is a word that is not in the dictionary yet, but if we combine the prefix «inter» with the verb «to be», we have a new verb, inter-be. Without a cloud, we cannot have paper, so we can say that the cloud and the sheet of paper inter-are».
CH.- Gracias Jose María. Sí, «interbeing» me suena bien. «Transbeing» podría ser una alternativa si el prefijo trans no estuviera tan «cargado» hoy en día con otras cosas. Hay un concepto bastante antiguo en ecología, propuesto por Dawkins, que es el de «extended phenotype» que se podría beneficiar también de la idea del interser. Por ejemplo, si el olor de una flor se debe no tanto a la cualidad de la planta que la produce sino a la cualidad de las levaduras que viven en su néctar, la flor sería un fenotipo floral «extendido» por un hongo. O bien, la flor «intersería» flor y hongo a la vez. Me encanta, voy a poner todo esto en mi cuaderno antes de que se me vaya el santo al cielo. Gracias otra vez.
Ym.- Fantástico !!! La idea sigue creciendo gracias a que nosotros también intersomos 😉 Y al poner el ejemplo de las levaduras del néctar se me ha venido a la cabeza el interser que habita, gracias a las levaduras, en las manzanillas de Sanlúcar, en el fino de Montilla o en un amontillado de Jerez… pero esa es otra historia.
Y ahí quedó todo, que no es poco, aunque yo seguí dándole vueltas al asunto. Y como soy más de enología recreativa que de ecología evolutiva insistí, copa en mano, en la analogía de la manzanilla sanluqueña donde, si uno se fija lo suficientemente bien, no sólo adivinará el interser que mantienen vino y levaduras, sino que también identificará la presencia de las microscópicas diatomeas (algas unicelulares que poblaban la Andalucía sumergida de hace más de 20 millones de años) que fertilizan los suelos de albariza, atisbará la humedad dulzona del Guadalquivir, los vientos caprichosos de levante y poniente, la sal del Atlántico, las bacterias lácticas y hasta la yema, callosa, del viticultor que acarició el hollejo de las palomino camino a la bodega.
En fin. Hoy tampoco me marcho de las redes sociales, por si las moscas…
PD: Carlos Herrera será uno de los especialistas que nos acompañarán en el XIII Congreso Nacional de Periodismo Ambiental (Madrid, noviembre 2019) para explicarnos cómo comunican los científicos.
Reblogueó esto en El Boletín de ARBA.
Gracias por este artículo y por todos los que hasta ahora ha publicado. No nos abandone José María. Los que tendrían que abandonar las redes sociales son todos los que no aportan nada, o solamente entretenimiento sin pies ni cabeza, que nos distrae de lo que tendría que preocupar realmente. Sus artículos están muy bien escritos, bien documentados. Y nos enseña. Gracias.
Gracias por tu amable comentario María Pilar. Seguro que me entiendes cuando escribo que hay días en los que uno abandonaría de buena gana este mundo virtual, pero no es menos cierto que uno se reconcilia con este escaparate cuando encuentra a personas como tu que aprecian, y suman, en todo lo que compartimos. Seguimos en contacto, aunque sea virtual. Intersomos 😉
[…] estas cosas, y muchas más, ocurren dentro de una rústica tinaja. La vida, en sus infinitas manifestaciones, también está […]