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Posts Tagged ‘Cantautores’

Pablo%20Guerrero-02-09“Tú y yo, muchacha, estamos hechos de nubes / pero, ¿quién nos ata? «

No se si todo está escrito, pero (casi) todo está ya cantado. A media mañana llovía a cantaros (lo cual siempre me predispone al buen humor), la radio vomitaba malas noticias (como ocurre, últimamente, casi todos los días) y los acontecimientos personales se empeñaban en ir contracorriente, esto es, sólo sumaban buenas noticias (más buenas por inesperadas que por buenas, esa es la verdad). En medio de tantas contradicciones no era fácil elegir la música para sobrevivir a un atasco, el inevitable atasco de un día de lluvia en la SE-30. Y entonces me acordé de Pablo.

Cuando él cantó lo que tenía que cantar, echándole coraje y poesía a partes iguales, yo no había cumplido los diez años, pero una década después tiraba de su vinilo, del viejo vinilo de Pablo, cada vez que me entraba la nostalgia de un día de lluvia o de un día de justicia (dos nostalgias demasiado frecuentes en esta tierra).

Como quiera que en esta sección irregular de mi blog dominan las voces femeninas y Pablo Guerrero tiene una voz acorde a su apellido, varonil y ronca, he preferido que suene la versión que acaba de publicarse hace pocos días en el cancionero definitivo de este extremeño imprescindible (Lobos sin dueño, Warner Music 2013). Aquí la lluvia viene de la mano de Lourdes Guerra, Cristina Lliso, Olga Manzano y Olga Román, a las que acompañan Ismael Serrano, Manuel Cuesta, Álvaro Urquijo y el propio Pablo Guerrero. Y no puedo dejar a un lado, aunque en los créditos pase inadvertido, al gran Luis Mendo, de quien son las cuerdas, la producción, los arreglos y algunos de mis mejores recuerdos musicales de aquel Madrid de los 80 en donde fuimos pobres y felices…

 “Pero tú y yo sabemos que hay señales que anuncian
que la siesta se acaba.
Y que una lluvia fuerte, sin bioencimas, claro,
limpiará nuestra casa.

Hay que doler de la vida, hasta creer,
que tiene que llover
a cántaros”.

 

 

P.D.: Me salí del atasco, aparqué el coche y fuí caminando, bajo la lluvia, hasta la tienda en la que me regalé una lata de aceite de nuez. Por el puro placer de alegrar, también, la ensalada de esta noche.

 

 

 

 

 

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