Hoy amanezco con la inquietud de saber si algunas de las centrales nucleares de Japón, afectadas por el devastador seísmo de ayer, habrán sucumbido al desastre y a estas horas estarán fuera de control. Las noticias aún son contradictorias, aunque todo parece indicar que en la central de Fukushima las cosas se están complicando mucho y que los niveles de radiación, en el exterior de la planta, registran niveles alarmantes. De hecho, ya ha comenzado la evacuación de 45.000 personas que viven en un radio de 20 kilómetros en torno a la planta. La cosa no pinta muy bien, y las informaciones de CNN y BBC hablan ya del “peor escenario posible” y de una situación “similar a la de Chernóbil”. Mientras, las autoridades japonesas llaman a la calma.
De manera inevitable la situación me ha recordado una interesantísima conferencia que en 2006 pronunció el profesor Leandro del Moral (Departamento de Geografía Humana, Universidad de Sevilla) en el Curso de Periodismo Científico y Ambiental incluido en el Plan de Formación de la Radio Televisión de Andalucía (RTVA). Como director del curso me pareció interesante invitar a mi buen amigo Leandro, hoy presidente de la Fundación Nueva Cultura del Agua, a hablar de la sociedad del riesgo, un asunto que debería ser de obligado estudio en las facultades de Periodismo y sobre el que le había oído disertar de manera brillante en alguna ocasión anterior. Y, ciertamente, la intervención de Leandro no nos defraudó.
Como quiera que guardo la presentación y las notas que tomé en aquella conferencia, reproduzco aquí algunas de las ideas que nos regaló el conferenciante, muy apropiadas a la hora de evaluar la situación que hoy se vive en algunas zonas de Japón. Las reproduzco de manera casi telegráfica, tal y como aparecían en la presentación, pero creo que no es necesario adornarlas en demasía para comprender lo terrible de su oportunidad.
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Los países desarrollados han evolucionado desde sociedades centradas en la distribución (desigual) de la riqueza, minimizando los efectos colaterales (pobreza, marginalidad), hasta el paradigma de la SOCIEDAD DEL RIESGO, en la que la prevención y la distribución de los desastres producidos como consecuencia de la modernización se convierten en temas cruciales.
La antigua ‘SOCIEDAD DE LA DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA’ y la emergente ‘SOCIEDAD DE LA DISTRIBUCIÓN DEL RIESGO’ se suceden o se superponen de diferentes maneras.
Nuevas tecnologías y actividades industriales químicas, nucleares, biotecnología, de la información y proceso de modernización: de lo natural e inevitable …> decisión y responsabilidad …> expansión del riesgo en la sociedad contemporánea.
Sin embargo, los nuevos riesgos modernos están fuera de control:
NO son del todo CALCULABLES.
Además, abren un horizonte de daños NO DELIMITABLES o incluso GLOBALES …> ausencia de seguro.
Los riesgos son también DIFÍCILMENTE IMPUTABLES.
La combinación de problemas de EVALUACIÓN, DELIMITACIÓN, IMPUTACIÓN Y COMPENSACIÓN hace que fallen o se dificulten los pilares sociales del cálculo de riesgos.
Ulrich Beck: en la sociedad del riesgo la cobertura del seguro mengua paradójicamente con la magnitud del peligro.
LA CONCEPCIÓN DE LA SOCIEDAD DEL RIESGO TIENE CINCO
IMPLICACIONES BÁSICAS:
1. En el análisis contemporáneo la noción de que los riesgos ambientales y, obviamente, los tecnológicos son una CONSTRUCCIÓN SOCIAL se ha convertido en una idea central.
La fronter a entre riesgos ‘naturales’ y riesgos ‘tecnológicos’ es cada vez más borrosa.
Dualismo naturaleza/cultura propio …> énfasis en el carácter híbrido de los fenómenos ambientales.
Además, el medio ambiente y los desastres son LUGARES DE INTERSECCIÓN Y CONFRONTACIÓN DE DEFINICIONES E INTERESES SOCIALES: la naturaleza y gravedad de las amenazas ambientales, las prioridades, las medidas óptimas… no son realidades meramente objetivas sino objeto y producto de la discusión social.
2. EN LA SOCIEDAD DEL RIESGO EL ANTIGUO MONOPOLIO DE LAS CIENCIAS DE LA NATURALEZA Y DE LA TÉCNICA SOBRE LA RACIONALIDAD SE HA ROTO.
Anthony GIDDENS: la sociedad ha dejado de basar su orden normativo en un acumulación de saberes aceptados, reproducidos y transmitidos por sucesivas castas de guardianes de la verdad como todavía ocurría en la sociedad industrial clásica.
Ahora la sociedad se ve enfrentada a un muro de incertidumbres, al que las discordantes voces de los expertos no dan respuesta eficaz o, al menos, mayoritaria.
El intercambio de teoría y experimento, que conduce a la verdad en sentido tradicional, muchas veces ya no es posible. LA COMPROBACIÓN SUCEDE A LA APLICACIÓN.
Eso no impide que al mismo tiempo se produzca una CIENTIFIZACIÓN DE LA PROTESTA contra esa ciencia.
La ciencia se hace cada vez más necesaria aunque, al mismo tiempo, cada vez más insuficiente para la definición de la ‘verdad’ socialmente aceptada.
3. En la sociedad del riesgo, LA DISTRIBUCIÓN DE DESASTRES PARECE SER RELATIVAMENTE CIEGA A LAS DESIGUALDADES.
Los riesgos fluyen fácilmente por encima de las fronteras nacionales y de clase. NO PUEDEN DELIMITARSE FÁCILMENTE.
Aunque la clásica distribución desigual de la vulnerabilidad no ha desaparecido, las líneas divisorias de la sociedad del riesgo abandonan paulatinamente las viejas fronteras de clase y pasan a dividir a quienes soportan riesgos potenciales de quienes soportan más difusamente tales riesgos.
Ahí reside la NOVEDOSA FUERZA CULTURAL Y POLÍTICA DE LOS RIESGOS.
4. LA APROXIMACIÓN A LOS RIESGOS COMO CONSTRUCCIONES SOCIALES IMPLICAN UNA ESPECIAL ATENCIÓN A LAS VARIABLES ASOCIADAS CON EL EJERCICIO DEL PODER.
La NATURALEZA, transformada por la acción humana y singularmente por el desarrollo industrial y tecnológico, se ha
convertido en una CREACIÓN POLÍTICA.
La LEGITIMACIÓN DEL RIESGO se basa en los mismos argumentos con los que el PROGRESO salva controles y barreras: ciencia, mejora de la productividad, facilitación del trabajo. Pero una vez que se hace presente, EL DESASTRE CUESTIONA TODAS AQUELLAS INSTITUCIONES QUE LO PRODUJERON Y LEGITIMARON.
El POTENCIAL POLÍTICO CENTRAL contenido en los riesgos ambientales y tecnológicos reside en el colapso administrativo, en la quiebra de la racionalidad científica y jurídica y de las garantías de seguridad política-institucional.
LA ESTRATEGIA DEL PODER
Los rasgos de la posición del poder frente al riesgo se definen por la RETÓRICA DE LA CONTENCIÓN (Maarten A. HAJER, 1997):
– Argumento central: los temores públicos son claramente irracionales.
– Principal tarea: educar a la población a reconocer el sobredimensionamiento de su percepción del riesgo.
– Estrategia: los afectados no son tanto informados o persuadidos como controlados o derrotados.
Los mecanismos de la RETÓRICA DE LA CONTENCIÓN están bien descritos:
– Bombardeo con información técnica, sin explicación ni interpretación.
– Los datos que los afectados reclaman nunca se ponen a su disposición, con vistas a controlar los temas a discutir y desanimar a los ciudadanos de seguir participando.
– Importancia de la retórica y del lenguaje simbólico: estilo abstracto, impersonal, técnico, creando una impresión de neutralidad profesional. Son los afectados lo que se encrespan, permitiendo a los funcionarios descalificarlos como «emocionales».
– La producción de significados no sólo se centra en la palabra, sino en las representaciones visuales dominadas por la imagen.
– Los aspectos de género (en ocasiones, étnicos) pueden ser significativos.
– Gran parte de la investigación sobre desastres cumple la función de lo que HEWETT ha denominado «RITUAL LEGITIMATORIO: persuadir a los sectores en riesgo de que la amenaza está siendo gestionada adecuadamente.
5. La presencia ineludible de los nuevos riesgos no tiene más contrapeso que el de la TRANSPARENCIA DEMOCRÁTICA, extendida a todos los foros: ciencia, tecnología, administración, economía, etc.
Condiciones: intervención de VOCES Y OPINIONES CONTRAPUESTAS, suficiente diversidad interdisciplinar y desarrollo sistemático de alternativas.
Como concluye Ulrich BECK: ¿QUIÉN Y CÓMO SE DEFINE EL RIESGO? La democracia dependerá en el futuro y cada vez más de como se responda a esta pregunta. “Los pasos colectivos podrán darse a ciegas, pero al menos, serán fruto del acuerdo y el establecimiento racional de prioridades”.