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Posts Tagged ‘felicitación’

Musgo sobre la tinaja de Los Linares (Villaviciosa de Córdoba, 29 de enero de 2022). Foto: José María Montero

«Amigos nada más, el resto es selva» (David Trueba)

En esta gota de rocío, que bañaba el musgo de la vieja tinaja familiar, quedaron atrapados los primeros rayos de sol de una mañana de enero en la Sierra Morena cordobesa.

Casi doce meses después, despidiendo el año, la naturaleza me sigue causando el mismo asombro que cuando era niño, al igual que celebro, como si no fuera adulto, la amistad más sencilla, la vuestra, la que no necesita de motivos ni explicaciones.

Estamos demasiado lejos de casi todo. Pocas cosas quedan lo suficientemente cerca como para reconocerlas y tocarlas y entenderlas.

Vuelvo a desearos la felicidad que ya hemos compartido, la que nos espera escondida en el nuevo calendario. La que haremos nuestra en cualquier lugar, sin motivo ni explicación.

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Fue Carlos quien nos llevó hasta este reflejo pirenaico. El 10 de agosto, entre confinamiento y confinamiento, el río Ara se puso de mi parte y me regaló esta imagen, mitad terrenal, mitad celestial (Foto: José María Montero).

Me detuve en la orilla para ver cómo el haya seca seguía viviendo en el reflejo húmedo del Ara, donde, ajenos a la tormenta, brotaban verdes y azules.

Nos encontraremos en los bosques, en el mar, en las montañas, en los ríos… no importa si la tormenta arrecia, nosotros también somos Naturaleza.

PD: Os deseo lo mejor (de lo mejor). Que sigáis sorteando la tormenta, que disfrutéis de calma, salud y compañía, y que nos volvamos a encontrar aquí o allí.

Esto… también pasará.

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Dunas de Mertajärvi (Laponia, Suecia, agosto de 2019) – Foto: José María Montero

 

“No hay penas en la tierra que la tierra no pueda curar” (John Muir)

¿Baches? Seguro. Y charcos, curvas peligrosas, arenas movedizas, temporales y zancadillas. Pero, ¿quién se resiste a lanzarse de nuevo al camino?

Nuestras botas volverán a llevarnos únicamente a donde queramos ir, lugares a donde no llegan ni el ruido ni los ruidosos.

En la vereda de 2020 nos encontraremos, y nos reconoceremos, y lo celebraremos.

Volvemos al camino, juntos.

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ÚNICAMENTE TIEMPO

Parece que son 365, ¿verdad? Pues no, en realidad sólo existe un día. Eso es, sólo existe este día. Hoy. PD: La foto es un canto al presente y un homenaje a Extremadura. 

 

«Para estar contigo las horas, /
para estar contigo despierto, /
para hacerle al mundo mejoras /
y para volar… necesito tiempo, /
únicamente tiempo» (Del tiempo perdido, Robe).

 

Es lo único que necesito y lo único que pido. Para mi y para vosotros. Tiempo. Y que muchas de las horas que nos promete el nuevo año sean horas compartidas. Que en ellas sigamos inventado juntos, o sencillamente que estemos juntos, al hilo de la corriente o, mejor aún, a contracorriente. Y que nos visite el asombro. Y la risa. Y que los aburridos no nos reconozcan. Y que los violentos pierdan la voz. Y que la ganen los poetas. Y que si no hay más remedio que medir las horas que sea con ese péndulo que recorre todos los segundos, todos los extremos, en los que algo, o alguien, es posible. Y que lo posible se cumpla. Y que haya música, y vino, y besos (todo a la vez… ¿es mucho pedir?).

 

PD: Hasta lo más sencillo (o, precisamente, lo más sencillo) requiere tiempo…

 

 

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Seguro que en 2017 mis botas, haya piedras o arroyos, no dejarán de llevarme a sitios maravillosos (Vadeando el Rego dos Fornos, Outeiro de Rei, Lugo, en la primavera de 2016)

«Cada tictac es un segundo de la vida que pasa, huye, y no se repite. Y hay en ella tanta intensidad, tanto interés, que el problema es sólo saberla vivir. Que cada uno lo resuelva como pueda…»  (Frida Kahlo) 

Vaya, un año más que no encuentro explicación para todo lo que nos ha ocurrido. Doce meses en los que ha sido imposible detenerse para entender algo que no fuera el mismísimo presente. Trescientos sesenta y cinco días en los que no hemos tenido más remedio que aceptar, con asombro o fastidio, que cada jornada no se parece en nada a la que ya pasó y que nada tendrá que ver con la que nos visitará mañana. Quinientos veinticinco mil seiscientos minutos en los que han mandado las incertidumbres sobre las certezas, pero en los que no han faltado ni risas, ni música, ni vino, ni esperanzas. Treinta y un millones quinientos treinta y seis mil segundos en los que el corazón, sin hacernos preguntas ni reprocharnos nada, ha latido con el ritmo al que la vida, tozuda y traviesa, le ha invitado.

Pues eso, un año más…

Que las incertidumbres, las certezas, las esperanzas, la música, el vino y las risas nos vuelvan a visitar, y que el corazón, el que compartimos, no falte a la cita.

PD: Sólo rompo los calendarios, ignoro las agendas y detengo los relojes cuando estoy con vosotros. Sólo en vuestra compañía no escucho ese monótono tictac…

¡¡¡ Gracias amigas, gracias amigos !!!

«Brilla mientras estés vivo. Se alegre, que nada te perturbe. Que la vida pasa y el tiempo se cobra su derecho» (*)

(*) Epitafio de Seikilos, la composición musical completa más antigua que se conserva; un escolión, canción de bebida, que hace más de 2200 años Sícilo talló en una columna de mármol sobre la tumba de su esposa Euterpe, en la antigua ciudad de Trales, en la costa turca. 

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No se necesita mucho para celebrar la vida como me demostró mi hija Sol una mañana de otoño en la isla de Brownsea (Dorset, UK).

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La tormenta se adivinaba en las costas de África y el sol terminaría por rendirse, como todos los días. Pero el pequeño faro de Punta Carnero (Algeciras) estaba listo para iluminar el Estrecho. De todas las fotos que he hecho a lo largo de 2014 esta es, con diferencia, la que más me gusta. ¿Por qué? No sé… (Foto: José María Montero)

«¿Qué podemos hacer entonces? Entregarnos al presente con toda nuestra alma. Construir cada momento dándonos completamente a lo que nos toca vivir, aquí y ahora» (Álex Rovira).

Nos ha dejado huellas, de las que se ven, y se presume de ellas, y también de esas que, ocultas, hablan, sin más, del paso del tiempo, de los hallazgos que nos han hecho mejores o de los accidentes que fuimos capaces de transformar en lecciones. Nos ha marcado con cicatrices de las que escuecen los días de lluvia o, peor aún, heridas de las que se resisten a cerrarse y, de vez en cuando, aún dejan escapar una gota de sangre que mancha nuestra esperanza. Nos ha traído días luminosos y terribles noches de insomnio. Dibujó inesperados arcoiris para indicarnos el camino en mitad de la tempestad y amaneceres que teñían de naranja nuestras más grises ocupaciones.

Se llevó, sin avisar, a quién aún debería estar a nuestro lado, y puso a nuestro lado a quién nunca imaginamos que sabría descifrar el mohín con el que sonreímos o soñamos. Hizo de la novedad una fiesta y salpicó de risas la más aburrida de las rutinas. Nos hizo valientes cuando sentimos miedo y nos convenció de que la rareza, por escasa, es en realidad una hermosa virtud. Nos hizo amar, sencillamente, y sencillamente nos convenció de que lo imposible no existe. Nos ayudó a no traicionarnos, a no mentirnos, a no causar dolor, a no exigir, a elegir lo más sencillo, a vivir… sin pensar en vivir, por puro placer.

Quizá es que me he acostumbrado a la tormenta y he terminado por encontrar el camino que, con menos luz y mucho más despacio (slow… slow…), es capaz de llevarme, en buena compañía, a donde quiero ir. No se muy bien lo que ha traído el azar y lo que ha venido de la mano del esfuerzo, la búsqueda, el deseo o el cálculo, pero lo cierto es que este 2014 que ando despidiendo me ha parecido maravilloso. Y lo mejor de todo es que l@s que me habéis regalado el milagro de vivir con tanta intensidad lo bueno y lo menos bueno, l@s que me habéis cuidado, no conocéis el paso del tiempo (¿aprenderé alguna vez a no llevar reloj?). Siempre vivís en el presente y allí os encontraré el año que viene. Daros las gracias me sabe a poco, así es que esperadme, allá donde estéis, para un abrazo, nuestro abrazo de año nuevo…

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El 16 de abril estaba punto de terminar el Camino Primitivo, en buena compañía, y tuve la fortuna de fotografiar este amanecer en el lindero de un bosque, entre Rúa y Santiago de Compostela. Estaba cansado, hacía frío y la lluvia nos había empapado, pero… ahí estaba la naturaleza regalando su luz después de la oscuridad.

 

 

“Tenemos que aprender a preguntar: <¿Qué no está mal?>, y a estar en contacto con ello. El secreto de la felicidad está en la misma felicidad”. Thich Nhat Hanh

En mitad de esta terrible tormenta en la que los más débiles están pagando la mayor factura, hay una extraña luz que ilumina lo que hasta hace bien poco estaba oculto en las sombras. Los mediocres ya no pueden ocultarse. La crueldad queda en evidencia. Ya no podemos decir que no vemos el derroche, la insolidaridad, la mentira, el egoísmo, la pobreza o la violencia.

Pero al mismo tiempo, esa luz en mitad de la oscuridad nos hace ver con una sorprendente claridad a los amigos, a las buenas personas que siempre estuvieron cerca pero que no siempre fuimos capaces de identificar con la suficiente nitidez. Esa luz también ilumina la compasión, la generosidad, la sencillez, la sinceridad, la paz o la alegría.

Ahora podemos distinguir mejor, así es que aprovechemos esta luz para elegir a nuestros compañeros de viaje en un 2013 que se anuncia duro y difícil. Ahora podemos decidir con mayor claridad que es lo que queremos y con quién lo queremos. Es uno de los pocos regalos que nos hace esta terrible tormenta que un día, seguro, pasará.

Celebro que seáis mis amigos y que nos reconozcamos, con una sonrisa, incluso en medio de la oscuridad.

Os deseo, un año más, lo mejor de lo mejor.

Un fuerte abrazo

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“Hay dos maneras de desilusionarse: conseguir lo que se quiere y no conseguirlo”

No voy a negar que a lo largo de 2011 he recibido algunas malas noticias. Mentiría si os dijera que todo han sido alegrías. Pero tampoco sería cierto, ni justo, decir que ha sido un mal año. Hemos seguido luchando, en mitad de la tormenta, por todas esas cosas en las que creemos, y lo hemos hecho acompañados de gente comprometida, a la que queremos y nos quiere.

Me niego a escuchar ese ruido de fondo, triste y monocorde, que sólo invita al pesimismo y al desánimo. En el horizonte se dibujan demasiadas incertidumbres, pero las vamos a encarar en paz, con una sonrisa y en buena compañía. No nos vamos a desilusionar. ¿Para qué? ¿Por qué?

De nada me sirve la penita-pena y mucho menos la mala baba. Dice mi amiga Esther, y dice bien, que en estas circunstancias «los malos se hacen un poco más malos, pero también los buenos se hacen más buenos».

Celebro, como todos los años, que seáis mis amig@s, esa buena compañía con la que enfrentarse al futuro, a cualquier futuro, y disfrutar del presente, el único que existe, el que compartimos en este justo instante en el que os estoy escribiendo y recordando.

Os deseo lo mejor, de lo mejor, para el año que estamos a punto de estrenar.

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