Quizá tratando de entender la mía propia, o aclararme con la que afecta a algunas personas de mi entorno, llevo meses intentando desentrañar las claves de la estupidez humana, una condición que en estos tiempos difíciles se manifiesta con particular virulencia y que, sin duda, está en el mismo origen de la madre-de-todas-las-crisis.
En la búsqueda de autores capaces de aportarme algo de luz sobre tan espinoso asunto recurrí al magnífico Carlo M. Cipolla y sus Leyes fundamentales de la estupidez humana (https://elgatoeneljazmin.wordpress.com/2011/02/04/las-leyes-fundamentales-de-la-estupidez-humana/), y también consulté la “inteligencia fracasada” de José Antonio Marina (https://elgatoeneljazmin.wordpress.com/2012/03/01/que-pena-de-estupidos/).
Hoy, en la tercera (y última, espero) entrega de esta serie dedicada a la tontuna, os recomiendo la lectura de una obra poco conocida pero rigurosa y divertida a partes iguales. Se trata de la “Historia de la Estupidez Humana”, un documentado ensayo que firmó, en 1959, Paul Tabori.
La propia peripecia vital y profesional de Tabori daría para otro post, pero prefiero no distraerme del asunto que nos ocupa, así es que los interesados en conocer a este periodista húngaro, que trabajó en medio mundo y en mil ocupaciones, pueden leer su ficha biográfica en la web de la Senate House Library de la Universidad de Londres (http://www.aim25.ac.uk/cats/14/7575.htm).
Como aperitivo os dejo algunos párrafos de esta obra, en los que se adivina el excelente nivel de Tabori como sufrido investigador de la estupidez humana.
“ Algunos nacen estúpidos, otros alcanzan el estado de estupidez, y hay individuos a quienes la estupidez se les adhiere. Pero la mayoría son estúpidos no por influencia de sus antepasados o de sus contemporáneos. Es el resultado de un duro esfuerzo personal. Hacen el papel del tonto. En realidad, algunos sobresalen y hacen el tonto cabal y perfecto. Naturalmente, son los últimos en saberlo, y uno se resiste a ponerlos sobre aviso, pues la ignorancia de la estupidez equivale a la bienaventuranza”.
“Quizás la estupidez es necesaria para dar no sólo empleo al autor satírico sino también entretenimiento a dos núcleos minoritarios: 1) los que de veras son discretos, y 2) los que poseen inteligencia suficiente para comprender que son estúpidos. Y cuando empezamos a creer que una ligera dosis de estupidez no es cosa tan temible, Tabori nos previene que, en el trascurso de la historia humana, la estupidez ha aparecido siempre en dosis abundantes y mortales. Una ligera proporción de estupidez es tan improbable como un ligero embarazo. Más aún, las consecuencias de la estupidez no sólo son cómicas sino también trágicas. Son para reírse, pero ahí concluye su utilidad. En realidad, sus consecuencias negativas a todos influyen, y no sólo a quienes la padecen. El mismo factor que antaño ha determinado persecuciones y guerras, puede ser la causa de la catástrofe definitiva en el futuro. Pero encaremos el problema con optimismo. Acabando con la raza humana, la estupidez acabaría también con la propia estupidez. Y ése es un resultado que la sabiduría nunca supo alcanzar”.
“ ¿Duele ser estúpido? Desgraciadamente, no duele. Si la estupidez se pareciera al dolor de muelas, ya se habría buscado hace mucho la solución del problema. Aunque, a decir verdad, la estupidez duele… solo que rara vez le duele al estúpido”.
Cuando uno lee cosas así sólo puede ratificarse en sus peores sospechas y en sus más tristes hipótesis…
(Y mañana escribo de cocina, para desintoxicarme…).
Encuentro esas perlas de Tabori increíblemente acertadas. sobre todo que la estupidez duele y que rara vez duele al estúpido.
😉 Saludos
El estúpido es capaz de hacerse daño a si mismo y disfrutar con la hazaña… Lo malo son los daños colaterales y las salpicaduras. Saludos.
Hola Monti, lo primero que me vino a la mente al leer tu post es este video que vi hace un tiempo en youtube, con una canción del maestro (http://www.youtube.com/watch?v=02k_akhVt6g&feature=related). No voy a hacer acá el razonamiento que me lleva a él, cuando lo veas, entenderás su relación con la estupidez humana… si no fueran tan dañinos, nos darían lástima… pero cuánto duele la estupidez… Un besazo y no dejes de mostrarnos, entre recetas de cocina y comentarios simpáticos, las vergüenzas que tan poco nos gusta ver…
Y no dejes de dejar aquí tus letras preciosas y precisas, que ya nos marcaremos un asado con milongas cuando el tiempo, y las agendas, se apiaden de nosotros. Sí que hacen daño los estúpidos, pero si no existieran ¿de quién nos íbamos a reir?
Genial,
Primero me quedé muda. Yo que adoro hablar.
Luego pensé en la genialidad humana,
Genialidad para escribir sobre la estupidez.
Genialidad para buscar respuestas, para encontrar al autor adecuado.
La genialidad necesaria para escibir canciones extraordinarias.
La genialidad para realizar videos magistrales.
La genialidad humana para asociar conceptos.
La genialidad humana que nos permite comunicarnos, hoy poy hoy, por este medio.
Y entonces pencé que definitivamente existe el equilibrio, nadamás que la proporción en esta cuestón es:
1 millón de estupidos por 1 ser humano genial
y bajo esta fómula ha evolucionado la humanidad.
Gracias Tabori, gracias Monti, gracias Serrat, gracias Martina, gracias, hoy, a ustedes cuatro, ahora se que existe el equilibrio ¡Que alivio!
y no me que otra que enviar saludos a los cuatro millones que se encuentran en el otro lado de la balanza.
Un beso enorme
Inés
Todas estas máquinas infernales y estos inventos diabólicos sirven para una única cosa: para escribirse con los amig@s, sin que importe el tiempo ni la distancia. Desde Canadá llegan tus letras y es como si las escribieras desde Bormujos, y encima los caminos se cruzan y aparece Martina, poniendo el contrapunto argentino-aljarafeño… ¡ Qué más se puede pedir ! Besos, de esos que cruzan el Atlántico sin despeinarse.
[…] ¿DUELE SER ESTÚPIDO? « El gato en el jazmin […]
Gracias por citarme en ese afán compartido por desentrañar las claves de la estupidez.
[…] si quieres profundizar en ella te aconsejo encarecidamente la lectura del artículo: “¿Duele ser estúpido?, en el blog de mi amigo el periodista José Mª Montero […]
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