Esta Nochebuena me ha tocado el postre. Con la familia uno no puede, no debe, arriesgar, y menos aún si el número de comensales supera la veintena. Los hay de todas las edades, de varios países y de gustos muy diferentes. Así es que vamos a cocinar sobre seguro: tres fuentes de un tiramisú de piñones que sale (casi) siempre bueno.
Para cada una de las fuentes: café solo, licor de almendras (Amaretto) o de avellanas, chocolate negro para fundir, azúcar, piñones, un paquete de bizcochos de soletilla (24 unidades), 500 ml de nata para montar (la que tiene más de un 35 % de materia grasa), tres huevos, una tarrina de queso Mascarpone (250 ml) y cacao en polvo.
Se prepara medio litro de café solo bien cargado, al que se añade, cuando esté hecho, un chorreón de licor (Amaretto o de avellanas) y unos 50 gramos de chocolate negro (para que se funda en el café caliente). Se reserva.
En el frigorífico habremos enfriado un cuenco metálico (o de cristal, si no hay más remedio) en el que montaremos, a golpe de batidora o varillas, la nata (que también debe estar bien fría). Añadimos un par de cucharadas soperas de azúcar y reservamos.
Separamos las yemas y las claras de los tres huevos. Se montan las claras, a punto de nieve, con unas gotas de limón o vinagre, y se reservan. Mezclamos las tres yemas con otras dos cucharadas de azúcar hasta que queden cremosas, y entonces, con mucho cuidado, añadimos unos 100 gramos de piñones molidos y el queso Mascarpone, obteniendo una pasta uniforme, sin grumos. Se mezclan, de nuevo con mucho cuidado, la nata y las claras, y finalmente, las yemas con el Mascarpone y los piñones. Se trabajan con delicadeza todos estos elementos hasta que la crema quede bien trabada.
En un molde bien hondo se van disponiendo capas de bizcochos de soletilla (capas compactas, sin huecos) levemente mojados en la mezcla de café, licor y chocolate. Se mojan con cuidado, apenas en la superficie, sin empaparlos demasiado, para que no se deshaga el bizcocho. Sobre cada capa de bizcocho se dispone una capa de crema y así hasta coronar con la última capa de crema. Se adorna con cacao en polvo, piñones y chocolate negro rayado o fundido (este último lo podemos distribuir de forma caótica con una cucharilla, dibujando al modo de Jackson Pollock).
Como suele ocurrir con tantos platos, este tiramisú está mucho más rico si lo dejamos reposar en el frigorífico un mínimo de cuatro o cinco horas (lo ideal es hacerlo de un día para otro). Y el que sobre… para el desayuno del día de Navidad.
[…] periodismo, ni de filosofía… habla de cocina. Cuando en diciembre de 2011 publiqué mi receta de tiramisú de piñones la encabecé con una cita que siempre resulta oportuna cuando nos referimos a una comida en buena […]
[…] Mi tiramisú de piñones sigue imbatible y a una distancia respetable del resto de entradas. Quizá haya conseguido el […]